Aznar y la Historia

Ilustre orador en aulas de ultramar, de simple recaudador pasaste a gobernar una provincia del Imperio. De ese Imperio para el que naciste y para el que trabajaste en conciencia. Fiel lacayo del nuevo Nerón, empujaste a tus soldados a la batalla del oro, oro negro y sangriento. Pero como buen castellano no te avergonzaste, recorriste los foros con la cabeza muy alta, reinventando la historia y creyéndote el nuevo Campeador. Mediocre funcionario que olió el poder envenenándose de caudillismo. Al menos calla, no digas más nada. Líbranos de tus sentencias y déjanos existir como un país normal. No nos salves excelso prócer, déjanos en PAZ.

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