Los años grises.

Despertar en un día gris,
nueva jornada,
ducha y café impaciente.
Hay que salir a la calle.
En el chaquetón,
inseparable revólver amigo,
en el bolsillo bien empuñado.
Carrera por la eterna escalera
explorando descansillos.
Al fondo el cristal de la puerta
no descubre a nadie inhabitual.
Nadie te mira,
y te saluda, como siempre,
la repetida frase pintada en la pared:
"ETA MÁTALOS".
Nadie la borra y a tí,
total, te la trae al pairo.
Asumida como paisaje cotidiano,
una pieza más del complejo rompecabezas,
del laberinto macabro.
Cruce de aceras alternativo,
recorrido aleatorio,
cambio de paso, mirada,
adelante, estás llegando.
Una vez en tu puesto,
como castillo sitiado,
una voz conocida,
con un tono ahogado,
tantas veces asumido,
te anuncia el dato:
"NOS FALTA UNO".
Dientes apretados y miradas vidriosas.
Capilla ardiente de vacío,
solemnidad de funeral,
banderas,
música,
gestos afectados de ministros incoloros
frente a jirones de viuda y de madre.
Foto de portada,
gris editorial
y aflora osada la mezquindad del pueblo llano:
"VA EN EL SUELDO" dirá el idiota,
y la voz añeja del eterno hideputa
dejará escapar entre sus míseros labios
erosionados de "txikitos":
"ALGO HABRÁ HECHO".
Años grises aquellos
en que la sangre,
cuando era uniformada,
estaba de saldo
y no salpicaba conciencias.
Años grises sin manos blancas,
sin lazo azul,
sin basta yá,
sin gestos para el que nunca fue nada.
¡Ay de mi España
ingrata y cainita!.
Aquellos años grises,
ojalá te sirvan de algo.
 
 

2 comentarios :

Anónimo dijo...

Decía Goethe que:

"Todos los días debiéramos preocuparnos por escuchar buena música, leer hermosos poemas, extasiarnos en lindas pinturas y hablar palabras razonables."

Con este blog he descubierto una herramienta muy útil para conseguir ese objetivo.

Parece ser que no es una característica muy española alegrarse por las cosas buenas que hacen los demás. En este aspecto no debo ser muy español. Mi más sincera felicitación y enhorabuena. Es un orgullo conocer a un poeta.

Serther

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Sinceramente agradecido por tan bellas palabras de aliento para este modesto escribidor, hasta hace bien poco sólo doméstico y que ahora, aprovechando los ingenios del hombre moderno, puede difundir sus reflexiones a un público más extenso.
Llamarme poeta puede que sea un poco exagerado pero, a veces, el halago, si es sincero, debe tomarse de corazón como el vaso de vino que te ofrece un amigo.
Muchas gracias Serther.