DE PUENTES Y PASARELAS

Hoy es lunes. Lunes laborable pues yo no he visto, ni en postal, el famoso puente. Vamos, que no me queda más remedio que cruzar el río semanal a nado, como David Meca pero sin "sponsor" de plátanos.
Es más, aunque haya quien no lo crea, mañana también curro. Si, hombre, si, mañana, el día del trabajador. Cuando se desempolvan las banderas rojas de la conciencia de clase y se sale a la calle bajo siglas sindicales, estaré yo ganándome un sueldo más o menos merecido, "levantando el país" que dicen algunos "sobraos". 
A los usuarios del puente, el de Madrid es una obra faraónica, les deseo que lo disfruten, aunque por lo que veo desde mi ventana, más de uno y de dos no catarán arena de playa y tendrán que salir bien "aparaguados" a disfrutar del ocio de los festivos y días anexos. El clima no siempre está de acuerdo con el asueto del obrero y se la trae bien floja el Primero de Mayo lo mismo que a Rajoy las pensiones de las viudas.
Si, ya sé, "el que trabaje este puente que se joda", y eso hago, joderme, como toda minoría. Debería reconocerse esa condición, la condición de minoría de los infelices que trabajamos los puentes, cuatro gatos: El Cabo Ramírez, un servidor y los periodistas de la Clínica Ruber Internacional, donde no paran de salir, vía cesárea, candidatas a Jefa de Estado.
Bueno, hala, a ser felices... pero sin salpicar.
Y no se metan en ningún charco.
 

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