EPÍSTOLA ABIERTA AL JEFE DEL ESTADO.

Majestad:

No será mi humilde persona quien le apee el tratamiento pues éste le corresponde por Ley y la Ley es la Ley.

En más de una ocasión, por razón de oficio más que de beneficio, os prometí, por mi conciencia y honor, lealtad así como guardar y hacer guardar la Constitución. Si bien siempre me confortó más la segunda parte de la promesa, me considero hombre de palabra y no seré yo quien la rompa, en lo que a lealtad se refiere, mientras ostentéis el cargo que ocupáis y no lo abandonéis por razones puramente biológicas o por voluntad propia o empujado por la voluntad popular.

Hoy, como bien sabreis, se conmemora la marcha de vuestro insigne abuelo Alfonso, del cual, sin duda, heredásteis la borbónica afición por el mujerío, aunque lo vuestro no haya trascendido y no seré yo quien trate de esos asuntos de bragueta. Ahora bien, vuestra real bragueta, en su uso formal, es más que decisiva en el futuro de los españoles pues de ella depende el futuro de la Jefatura del Estado y no me direis que es muy democrática una institución que depende exclusivamente de vuestra bragueta y de las de vuestros retoños y sus coyundas con presentadoras, brokers, deportistas, etc.

Los Reyes están muy bien en los libros de historia, en El Prado, y en las estatuas ecuestres, pero la Jefatura del Estado debe elegirla el pueblo, si es que éste es soberano.

No comparto, ni por asomo, las formas de llegar a la república de los franceses. La guillotina es tosca y falta de elegancia, propia de gabachos. Tampoco pediría el exilio para Vuesa Majestad pues no hay nada más triste que vivir alejado de la Patria. Incluso le dejaría el usufructo de La Zarzuela, mientras lo mantenga por qué no. Una pensión adecuada, para eso debe dirigirse a Caldera, que se le da el tema de maravilla. Pero su descendencia que busque un buen trabajo que ofertas no les van a faltar, sobre todo con la exquisita formación que les hemos pagado todos los españoles.

Sin otro particular, esperando que tome en consideración estas líneas, se despide atentamente,

Un republicano.

3 comentarios :

Anónimo dijo...

Bien dicho!

Viva la República!

Anónimo dijo...

Bravo, caballero filo de espada¡

Unas buenas palabritas bien dichas siempre las agradece el oído aunque en este caso, ¡extraños tiempos los que corren estos de la modernidad¡, sea la vista quien las disfrute.

Viva la República¡

Anónimo dijo...

pues si no es a la francesa, que sea a la española, por qué no?