BEATOS, OLVIDADOS, Y GENTES SIN PERDÓN.

La beatificación es una práctica común por estas tierras tan dadas a los altares y a los alzamientos de hostia, todo lo que sube baja.

Hay beatificaciones oficiales, de oficio por y para gentes del oficio, de las de Plaza de San Pedro y capelos cardenalicios, en masa, con españolidad, a gentes que fueron asesinadas por sus convicciones religiosas.

Curioso es que en este grupo de víctimas de la Guerra Civil no se incluya a otros clérigos que, por su especial manera de entender la fé, dieron refugio o auxiliaron a fugitivos del bando contrario al de la “Cruzada”, pagando con su vida por ello, pero esta vez a mano de los del palio y la mano alzada. Curioso resulta también por qué no se acordó la Jerarquía eclesiástica española hasta ahora de ellos si pudieron hacerlo durante cuarenta años de Caudillo bajo sus palios. ¿Por oportunidad política?.

Los beatificados son todos víctimas de lo que llaman el “bando republicano”. Eso del “bando republicano” es mucho decir pues si una gran aportación hizo la República para perder la guerra fue eso, tener muchos bandos, muchas veces antagónicos entre sí, y unos más anticlericales que otros. Mientras, los golpistas tenían un único bando, amputando de forma efectiva cualquier atisbo de disidencia.

No obstante a mí, esto de las beatificaciones me la trae mucho al pairo pues no soy socio de “esa vuestra comunidad” y que suban a los altares a un señor para mí es como cuando condecoran a un General, o le dan el Oscar a un actor, cada uno en su club que haga lo que quiera. Y que conste mi respeto por los asesinados, todos los asesinados, y por las actividades que cada uno haga a su usanza en memoria de los mismos.

Y es que a mí no me gusta la gente que mata en general. Sin excepciones, no me gusta el matar como argumento, salvo en legítima defensa. Y habrá quien diga, por un lado, que se fusiló para defender a España de las hordas marxistas y otros, por el otro, que digan que se fusiló para defender la República del fascismo y del clero complaciente, y otros que todavía dicen que se asesina para defender los derechos inalienables de no sé qué pueblo.

Matar es matar, y matar intercambiando disparos en defensa del pellejo propio y ajeno es una cosa, y otra es disparar a alguien maniatado por muy enemigo que sea.

Si vamos a mi caso, poniéndome de ejemplo, con dos cojones, nunca he matado a nadie, no me ha dado por ahí, miren ustedes, y, aunque nunca se sabe, todavía no me he visto obligado a ello para defender mi permanencia en este valle de lágrimas aún estando provisto de pasaporte visado para el postrer viaje.

Ahora bien, para seguir con mis arrebatos de incorrección, les diré una cosa, siempre me ha cautivado la imagen del vengador. La venganza tiene algo, un no sé qué, que me hace dudar de ciertos principios, pero claro, la venganza tiene una vertiente pasional, aunque se sirva en plato frío, y un violento acto anterior que conduce a la misma como resarcimiento del mal causado. Me refiero a la romántica venganza personal, no institucionalizada en forma de pena de muerte, que ésta es deleznable y siniestra, al convertirse el Estado en matarife del “ganado” incómodo.

¿Han visto ustedes, por ejemplo, “Sin Perdón”?. Qué escena la del “Saloon”. Qué arte. Ni José Tomás pone tanto arte matando.

Pero no se asusten, qué es una película.

1 comentario :

Un Oyente de Federico dijo...

Don Filo, sólo en los medios progres y no sin intención, lo definen como “victimas de la Guerra Civil”

Pero no son víctimas de la Guerra Civil, unos si fueron asesinados durante la guerra, pero otros lo fueron antes del inicio del golpe de estado.

No murieron en enfrentamiento alguno, ni se habían distinguido por profesar actividad política alguna.
Estas personas fueron asesinados exclusivamente por profesar la fe católica.

Se han desestimado muchos. El tio de mi suegra fue asesinado por ser el cura del pueblo y dos de sus hermanos, el mayor de 13 años, fueron asesinados por ser los sobrinos del cura y ni uno ni los otros han sido beatificados. Pero si fueron propuestos.

Hubo muchos muertos, sólo por profesar el catolicismo. Entonces había muchas organizaciones y sindicatos que se autodefinian como “católicos”. Pero ante la dificultad de definir si murieron por su actividad política/sindical o por su fe, se han quedado fuera.

Como a Ud. me gustan las películas que terminan bién y en las que gana el bueno.

Ya le he dicho alguna vez que nunca me he explicado como, los padres, hermanos, maridos, esposas, amigos de asesinados por ETA, muchos de ellos pertenecientes a cuerpos armados, con armas a su disposición, jamás se han tomado venganza personalmente y al margen de la ley.
Siempre he pensado que si les pasara algo a mi familia, yo lo haría.

Pero debe de haber un mecanismo en el cerebro que se activa en esas situaciones tan límites, que te impide hacerlo por más que te invada la rabia.