LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE JUAN

Yo también fui emigrante. Por breve tiempo pero emigrante al fin y al cabo. Aunque no sé yo si el resto de mi vida que llevo por esas Españas se puede considerar emigración también. No sé, no quiero meterme en un jardín sin salida. El caso es que fui a trabajar a la construcción a Suiza donde me dejé las manos de estudiante y las lumbares cavando zanjas y acarreando ladrillos. Estaba en la zona germanófona por lo que a los españoles, los italianos y los portugueses que allí habíamos y que no teníamos ni "papa" de la lengua de Wagner se nos dirigían en italiano. No me quedó más que aprender, de oído y en parte por la televisión, el hermoso idioma, seguramente ayudado por los conocimientos que tenía de otras lenguas romances como el francés, el gallego y el propio latín. Para que luego digan de las lenguas muertas. Al cabo de un mes mas o menos me defendía perfectamente en italiano. Pues, si no lo saben, uno siempre ha sido muy listo. El problema venía cuando los italianos intentaban decir mi nombre. Juan, es mi nombre, mucho gusto, un nombre sencillo a la vez que elegante e hispánico donde los haya y si no que le pregunten a Tirso o a Zorrilla. Me llamo Juan aquí, en Asturias, en Cataluña y en la China Popular. Bueno, al grano, los italianos eran incapaces de pronunciarlo y literalmente sonaba así: "Kuan". A mí, particularmente, me sonaba a chino, así que, cediendo a la evidencia, terminé haciéndome llamar por los napolitanos por el nombre de Giovanni. Si alguno no lo sabe es la traducción del nombre y preferí que me llamaran en extranjero a que lo pronunciaran mal en un extraño español. No podía exigir a alguien que pronunciara una "J" cuando no lo había hecho en su vida. Soy así de tolerante. Y no me molestaba con los latinos, a pesar de estar resentido de cuando invadieron Hispania y dejaron Mérida todo lleno de piedras. O más recientemente cuando Mussolini le envió a Franco aquellas tropas de soldados con los cascos emplumados. No soy rencoroso y lo reconozco, me gustan los spagetti. Además Giovanni no sonaba mal, aunque yo hubiera preferido John, como John Waynne, pero nadie es perfecto.

3 comentarios :

Un Oyente de Federico dijo...

Se cuenta de Don Miguel de Unamuno que durante una conferencia, refiriendose al autor ingles lo nombró como “shaquespeare” y desde el público le gritaron con ánimo de corregirle: “shespir”.
Cayó Don Miguel un instante y con un “disculpen, no sabía que Uds. hablaran inglès” y continuó toda la conferencia en inglés.

En esto, estoy de acuerdo con el fuhrer Carod y no con Unamuno, si el se llama Lluis, (aunque en su carnet de identidad pone Luis), es Lluis aquí y en China.
Mientras que desconozcamos como se pronuncia realmente es lógico que digamos “shaquespeare” pero si sabemos que “shespir” se dice “shespir” ¿que motivo razonable puede haber para no hacerlo?
Y así, hasta donde alcance nuestra buena voluntad y posibilidades físicas al pronunciar.

Y con más razon si nos referimos a nómbres y topónimos españoles, en dialectos que se hablan en España,
Debemos de decirlo como lo hacen los lugareños, si los de Lérida llaman a su provincia Lleida y a su región Catalunya, deberíamos aprender a decirlo así, todos,

Y aunque lo ordene el fuhrer, España se dice España, no Espanya y su rey es Juan Carlos I y no Joan Carles I.

Giovanni Carlo Primo, tampoco suena mal, pero no se llama así

Anónimo dijo...

Y eso significa alguna sutil posición sobre la ley de memoria histórica o tu flexibilidad no tiene consecuencia en este tema?
Piensa que soy una mexicana (no con J ¡¡xoder!!) que tiene un reciente pasado republicano y español, toda una amenaza para los impuestos españoles.
Ahí me cuentas si no preieres absetnerte de este tema.
Alma Fuertes

Juan Luis Nepomuceno González dijo...

Doña Alma, el post no tiene nada que ver con lo que está usted diciendo.
A mí lo de las memorias históricas me parece bien, bien llevadas, claro.
Ahora bien, le aseguro que yo no tuve nada que ver con el franquismo así que no tengo por qué resarcirle a usted de nada.