DE MINISTROS, MINISTERIOS, MISTERIOS Y SUPERHÉROES.

Alberto y Esperanza, los "tanto monta, monta tanto" madrileños, estrellas electorales en guerras de sucesión, se han llevado el batacazo a la gallega y Mariano, tras encojer el labio superior, supongo ya que los últimos líderes populares tienen problemas con la citada zona del rostro, tuvo una iluminación, a cuenta de Endesa, y eligió como "crack" a Pizarro para figura económica para desbancar a Solbes. No seré yo quien niegue las capacidades empresariales de este señor, ni mucho menos, que yo, de empresariales, tengo tanta idea como de física cuántica. Y si, en el caso de que Mariano gane, Pizarro va a ser quien riga nuestros dineros, yo me pregunto si no sufriremos algún que otro apagón, o lo que sería más grave, si Sarkozy el napoleónico no se plantearía, a fin de evitar el adelantamiento que se marca Zapatero como objetivo, una O.P.A. hostil contra las Españas, OPAS de las que tanto sabe y con las que tanto sufrió el ínclito ministrable.
Pero si hay un ministerio que me tiene en un sin vivir en mí, ese es el de la Familia.
Cuán necesario es para nuestra sociedad el ministeriar desde la más básica célula del tejido social.
Un ministro como Rouco Varela.
Qué mejor ministro que un ministro de Dios, con su capelo y su hábito de gala, su demostrada capacidad de arengar a las masas creyentes y prolíficas. Pero claro, no sé yo si Rouco sabrá mucho de coyunda, de débito marital, digo yo, que no sé, porque ¿los curas no tienen vida sexual?, ¿no?, al menos matrimonial no la tienen, la que en teoría es la que se debe tener, con el único fin de traer hijos al mundo, que no sobrinos, y yá saben de qué les hablo.
En eso podría Mariano recuperar a Álvarez Cascos que es un semental acreditado, pero claro, tiene una familia poco tradicional, disuelta y redisuelta y algo disoluta por lo que aparece por el mundo rosa, del corazón y los higadillos, con bailes de salón y camarote.
El citado ministerio tendrá sus secretarios de estado, como el de Relaciones con las Suegras, del que dependería la Dirección General de relacciones con los cuñados y afines, y la Dirección General de Malcrianza de nietos.
Otra Secretaría indispensable sería la del uso de consolas, ordenadores y nuevas tecnologías, con una dirección general de telefonía móvil y sms.
Una Ley Orgánica regularía los días de deberes conyugales, incluyendo, como no, el sabado, sabadete como de obligado cumplimiento, así como el contrato de relaciones económicas en cuanto a quien gestionaría los gastos e ingresos del núcleo familiar, los convenios colectivos para las pagas adolescentes, el equitativo reparto de las tareas domésticas y el cargo representativo para las reuniones de la comunidad de vecinos. 
Pero aún no sé si ganará Mariano o Zapatero. Éste último, con su inexcusable candidez, se ha dejado el culo al aire nada menos que delante de Pedro J. y no le queda más que apresurarse a ilegalizar batasunables a fin de salvarse de la saña de Zaplana, Acebes y Alcaraz que, tras las sinceridades tardías del Presidente, Terminal 4 de por medio, vuelve a recobrar fuerzas.
El que seguro no gana es Llamazares,  que tanto llora por el bipartidismo cuando él no hace más que favorecerlo con sus imprecisiones, sus variopintas federaciones, sus purgas de comunistas, su Madrazo, su Second Life y su ridículo y hortera superhéroe. Sí hombre, "Supergaspi", ése que, desde el mundo virtual, nos va a salvar a toda la humanidad del liberalismo, el centralismo, el nacionalismo español (tan nocivo él al contrario que los otros), la represión (salvo la cubana), la tortura, el clero, la monarquía, la banca, la empresa, el patrón, el cambio climático y los comunistas del PCE, que son muy malos, malísimos y son "Frutos agrios".  Apoyado, como no, por su Ricardo Royo, cuyo blog parece un zoológico de "trolls" de diverso pelaje en contínuo concurso a ver quién la tiene más grande y quién suelta el improperio más oportuno.
Quienes triunfarán sin duda alguna, de cualquier manera, van a ser los convergentes y los sabinianos que saben llevar el ascua a su sardina esté quién esté en Moncloa.

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