DÍA AJENO

Masticando vidrios rotos
junto a un vaso fundido,
sobre un mantel de lija,
busco la clemencia
de una ventana opaca
que solo me salpica
de migajas de luz gris.
Y sé que hay azul
que se me niega,
condenado a lo pardo,
o al celofán que no permea
ni gota ni silbo,
dejando en mi ropero
una camisa de ahogo
planchada a vapor de lágrima.
La niña me pide el tiempo,
mas cómo decirle
que todo lo debo,
que no puedo testarle
más que prisa,
deuda de vida
y otoñal calendario.
Dónde el árbol
y su sombra
donde enredar cometas.
 

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