AÑO NUEVE

Recién nacido está, neonato, el año nueve, y no acaban de convencerme sus hechuras. Me dejó frío el salto, segundo de más incluído, y transité calendario casi como el que va a cagar, con perdón. Hubo, como no, empacho de SMS por doquier y en duplicado, cava catalán como no podría ser de otra manera, y nochevieja casera de "casadielles", turrón y especial televisivo zappeado. Pero, no sé si será el que uno se siente envejecer, el entusiasmo brilló por su ausencia y asistí al cambio como si nada cambiara, tal y como es en realidad pues en esta vida humana todo son convenciones, ritos y ceremonias. De ahí me viene, de hace tiempo, una costumbre o manía que uno tiene que consiste en, cuando hay una celebración, sea en la fecha que sea, y hay que brindar, siempre suelo decir "feliz año nuevo". Y es que cualquier día puede ser el adecuado para cambiar de año, de vida, de estado civil, de estado vital, de estado físico y de estado institucional si uno acaba hasta las túrpimas del que le tocó sufrir. Sigue Gaza bombardeada y los cohetes de Hamás en funcionamiento. La ONU, mientras tanto, sigue siendo una mesa circular donde se sientan unos señores a cobrar dietas y a dar discursos vanos que no pueden cambiar nada. ETA nos dará otra patada en los huevos a la mínima oportunidad. La crisis no tiene muy buena pinta y ve uno las caras de estupefación de los novicios en las colas del INEM. Las atónitas caras de la desolación. Obama, de momento, no está más que en los resúmenes o anuarios de las televisiones. Zapatero está, o no, no sé, y será fácil que aparezca a inyectar más millones al sistema financiero, el regido por señores con el horario asentado en Rolex, que siguen reacios a hipotecar a los mortales. O terminará de repartir, lo que quede, entre los territorios, los históricos y los de aquellos que no tenemos historia. Rajoy no está, ni se le espera salvo para alguna aparición televisiva en "Salvados" o "CQC", con gesto simpático, forzado pero simpático, aguantando las gamberradas de moda en la nueva programación. En conclusión, que espero más de lo mismo aunque más cargado de bombo, que el año nueve no acaba de gustarme yá de pequeñín. Que el pesismismo me embarga antes de que lo haga La Caixa. Que todo éste desaguisado que acabo de soltarles no es óbice para que les desee lo mejor pues, si ustedes mejoran, aumentan la probabilidades de que mejore uno también. Despúlguense del confetti que mañana, que quieren que les diga, queda un poco ridículo hacer alarde de las secuelas.

2 comentarios :

Anónimo dijo...

¡Cuánta razón tienes, Juan Luis!
Feliz año nuevo, hoy dos de enero, para ti y todos los que te leen.

Fet dijo...

Qué mala es la resaca...