UNO DE LOS NUESTROS.- Patxi y el complot de las txapelas rojas.

Que Patxi López lo tiene cuesta arriba no se le escapa al más tonto. Arrebatarle el chiringuito al Partido Único, al exclusivamente legitimado para regir los destinos de las vascas y vascos, no va a ser fácil. La patata caliente está en la Policía Autonómica. Dicen las malas lenguas, desde hace tiempo, que de sargento para arriba era preceptivo tener el carné jeltzale. Así claro, una policía política en toda regla cuya prioridad sería actuar por criterios políticos más que por criterios profesionales. No es exclusivo este uso político por parte del PNV, que todo el que ha podido lo ha hecho en la medida que ha podido, valga la redundancia. Pero el tener de su parte de los mandos intermedios para arriba no es nada fácil y "El Partido" parece ser que lo consiguió. De ahí que mientras los otros cuerpos autonómicos y locales hacían cursos de especialización en los centros de formación de los cuerpos estatales, los de la txapela roja cruzaban el Canal de la Mancha huyendo de todo lo que pudiera contaminarles de españolismo. Los británicos, según me han dicho de buena tinta, se quedaban perplejos cuando recibían policías vascos a formarse en desactivación de explosivos o identificación lofoscópica, cuando, según parece que consta, en España está el mejor sistema de identificación y, por desgracia por negra experiencia, los mejores desactivadores de explosivos. ¿No creen ustedes que una policía, formada por vascos de pura cepa, podría haber obtenido mayores resultados en materia antiterrorista de los que se han visto, sobre todo en la etapa del Ibarretxismo? No es de extrañar, por lo tanto, el que los cargos, sintiendo menearse el sillón tras el desembarco "españolista", comiencen a confabular para poner zancadillas al nuevo gobierno, a fin de facilitar y acelerar el "lógico" retorno de sus amos. ¿Qué hacer ahora que se ha descubierto las aviesas maniobras? Pues no seré yo quién de soluciones al Señor Ares, que él es bastante inteligente o se le supone, pero una refundación, un sistema objetivo de selección de mandos mediante méritos, el estricto cumplimiento de la Ley Orgánica 2/86, etc. pueden plantearse en el camino. Esta claro que los altos cargos seguirán siendo a dedo, como ocurre en todos sitios, cosas del sistema, pero el resto que ascienda por capacidad, méritos y antigüedad y no por su filiación política. Algo habrá que hacer pues gobernar, teniendo los enemigos tan cerca, con medios de vigilancia a su disposición, información más que privilegiada, etc., puede convertirse en la bomba de relojería que se podría esperar del mundo Sabinista.

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