HACE SEIS AÑOS, UNA MAÑANA

Era el bostezo el gesto común de aquella mañana laborable, como cualquier mañana laborable en que riadas de gentes anónimas hacen embudo en tornos clasificadores de destino diario.
Asiento, ventanilla sin almohadillar para la cabezada de última hora, en pie en pasillo buscando hueco en barra donde asegurar anatomía contra los vaivenes, auriculares sedando con música al gusto, y páginas, páginas de libros de bolsillo, no, mejor dicho, libros de itinerario.
Un día más para la vida, para la rutina triste de mediados de mes o quizá para la sorpresa, el encuentro ansiado, imaginado en el sopor del madrugador a su pesar.
Al tajo, al aula, a la obligación obligada por la forma en que está dibujado el mundo.
Transbordo, intercambio de gentes entre trenes que no se encuentran por capricho del paralelismo de andenes.
Pero esa mañana, el odio y la infamia, nada cotidiano, decidió también viajar para ejercer su puntual afán de romper continuidades en los diarios inocentes.
Se barrieron a fuego cientos de miradas furtivas, sueños a duermevela, tiernos recuerdos breves que provocan amagos de sonrisa.
Tras seis años, aún flotan en el aire páginas de apuntes ininteligibles, marcadores de libros que alimentaban el ánimo, músicas comprimidas de canciones de radiofórmula quizá robadas a los derechos de autor y sueños, muchos sueños en papel de viento, que aún no tocan suelo por temor a mojarse de lágrimas que no dejarán de aflorar.
Algún susurro nos llega cuando hoy pisamos un andén.

4 comentarios :

Gracchus Babeuf dijo...

Muchas gracias por tu emoción compartida.

Unknown dijo...

El dolor que no cesa, que no muera en el olvido

Carmela dijo...

Desolación e impotencia!
Merecido homenaje!
Que la indiferencia no los someta al olvido.

Anónimo dijo...

Nunca debemos olvidarlo