GARZÓN, PASQUINES Y CAMISETAS.

Garzón puede ser víctima de muchos complots y conspiraciones, sin duda que algo de eso puede haber, pero Garzón es, sobre todo, víctima de sí mismo. 
No me alegra su inhabilitación pues no creo que en sus actos hubiera mala fe, más bien todo lo contrario, pero creo que el Juez acabó desbordado por el personaje. 
Algo que siempre critiqué desde estas páginas fue el sectarismo ancestral de este país donde Caín obtuvo nacionalidad y Abel también. 
Garzón, un Juez, un funcionario público, se ha convertido, por parte de las dos Españas, en un demonio perverso o en un héroe mitológico. Como no soy nada creyente no me creo ninguna de las dos versiones. 
Algún director de periódico que ahora aplaude la sentencia estaba encantado cuando el magistrado, recién abandonada su malograda y fugaz carrera política, comenzó a redactar autos judiciales a la par que se publicaban artículos en su periódico de investigación y se frotaba las manos cuanto más se acercaba la instrucción a la X. 
Muchos de los que ahora lo convierten en mártir de la izquierda encantada de conocerse, como diría mi amigo Enrique P. Mesa,  criticaron abiertamente sus acciones contra Batasuna, Egin y otras esferas del fascismo de la txalaparta, aduciendo que se vulneraban los derechos políticos de muchos ciudadanos vascos y vascas, pues el abertzalismo siempre tuvo mucho glamour para la izquierda patria. 
Siempre en el candelero con espectaculares y mediáticas operaciones en casos que, según algunos dicen, se esforzaba en acaparar. Los resultados finales no solían tener la misma espectacularidad que la instrucción, pero eso es otro cantar. 
Sus métodos, no tanto los fines, si conseguimos relajarnos por los recientes acontecimientos podremos recordarlo, fueron criticados por distintos sectores de la sociedad. 
Es de todo punto honorable cabalgar a lomos de Babieca en pos de la justicia universal, sin duda, pues, además de ser deseable, da fama y conferencias en el extranjero. Pero ninguna de las batallas fue ganada por este campeador de la toga. 
El caso es que le han coincidido, no sé si por casualidad o por conspiratorios calendarios, tres causas en su contra en las mismas fechas. Tres causas que hay que diferenciar. 
La primera, por la que ha sido condenado, por prevaricación. Por ordenar escuchas ilegales a imputados y defensores. ¿El fin era bueno?. Por supuesto. ¿El método?. Según el Supremo, por unanimidad, no. Estamos en un estado garantista y las garantías deben ser para todos, incluídos los corruptos, los torturadores, los terroristas y los narcotraficantes. Además si unimos la sentencia en el tiempo con la absolución del elegante president, pues para qué queremos más. 
La otra causa, la más sangrante, la de los crímenes de la Guerra Civil y el Franquismo. 
Hay que recordar que este proceso se abre, al igual que el anterior, a instancia de parte, es decir, alguien denuncia porque se siente perjudicado y, como todo el mundo, hace las alegaciones que considera más convenientes para llegar a su último objetivo. En este caso son organizaciones de extrema derecha las que, ironías de la vida, se acogen a la Ley de Amnistía, manda güevos, para acusarle de prevaricación. 
Y en este tema si me voy a extender un poco. 
Para que nadie dude y me etiquete de antemano con el sectarismo típico al que antes aludía, diré que esta España nuestra debe sacar a la luz e investigar todas las atrocidades que se cometieron durante la dictadura por sanidad democrática y ética y terminar una transición que sigue sin cerrar por múltiples motivos. Otros países lo hicieron y les va mucho mejor. 
Garzón quiso hacerlo pero un Juez, además de voluntad, debe tener método y buen uso de las herramientas a su alcance. Y a su alcance quizá no hay legislación útil dada la poca voluntad de todos los gobiernos democráticos, de derechas e izquierdas, que no han querido legislar convenientemente para que ese tema sea zanjado en justicia y verdad. 
Tanto en este tema, como en el anterior, no creo que Garzón prevaricara. Me explico, quizá sí, como dice el Supremo, pero fue superado por su afán de alcanzar su objetivo, acabar con la corrupción y esclarecer los crímenes del Franquismo. Y un Juez no se puede dejar superar por el objetivo y el procedimiento tiene una importancia fundamental. Por el mal procedimiento quedan absueltos los culpables y si se vulneran los derechos fundamentales se puede incurrir en delito. 
Y como tercer caso queda el de los dineros, el más difícil de defender pues hubo pasta. Pasta que proporcionó, según parece, alguien a quién había que investigar y ahí, en ese tema, hasta que no esté resuelto me voy a abstener de opinar. 
El caso es que Garzón no creo que quede en el paro, lo cual me alegra, pues no le tengo malos quereres ni mucho menos. Lo que no me gusta es que acabe de logotipo de camiseta. Eso no es serio y además es muy triste, síntoma del folclore patrio que hace que nos degollemos los unos a los otros a golpe de castañuela. 

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