FÚTBOL Y SÍMBOLOS, CHURRAS Y MERINAS.

Se escenificó la parodia. Tras las furibundas reflexiones de la heredera de Cibeles, sacerdotisa de lo español eterno y lo liberal a medida, pues se llenó Madrid de forofos de los extrarradios, unos politizados, otros no, pero animados a ello por los sermones de la montaña. Por otra parte, parece que también hubo camisas azules y gomina rancia, que la gente se aburre mucho y tira para lo primero que le ofrece folclore.
Al final hubo himno amplificado y acortado, pitidos y berreos y fútbol. Alegrías barcelonistas y llantos bajo txapela.
Para celebrarlo, el gran Pujol anudó dos banderas, la del Reino de Aragón y la del PNV, asimiladas a ciertos territorios inciertos todavía. Todo un símbolo de unidad. Une más lo anti que lo pro, lo centrífugo que lo centrípeto, el victimismo es más solidario. Si todos fuéramos independentistas acabábamos formando una gran nación.
Una copa del rey antiborbónica, pero no por Urdangarín y la senda de los elefantes, sino por otras fantasías animadas.
Pero es que todo es muy confuso, se nos roba y subvencionamos el latrocinio, se nos recorta de todo y tras las barricadas, por ejemplo las de aquí en Asturias, vemos a algún sindicalista con chófer liberado, que lo cortés no quita lo valiente.
Renunciamos a los símbolos españoles mientras estamos invadidos por los germanos, que son los que ejercen la verdadera soberanía sin que nos demos cuenta todavía.
Pero que nadie se alarme, viene la Eurocopa y, con suerte, el rojigualdismo teñirá la Península.

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