CRESCENCIO

El abuelo Crescencio era, como casi todos los rurales abuelos, un adicto al sol tibio, el cual consumía matinalmente en dosis lenta, sentado sobre algún banco de la plaza, tras el paseo diario por los alrededores del pueblo. Paseos en los que rememoraba, al paso por cada hito en la memoria, las cicatrices del trabajo o los alivios de besos furtivos, siempre torpes, en los atardeceres de estío.
Mucho había vivido y consciente era de ello, por lo que asumía sin drama, a pesar de no sufrir demasiado achaque, el no despertarse cualquier mañana o quedarse en algún tramo de alguno de los caminos acostumbrados. "Lo tengo tengo todo andado".
Vivió guerra y paz, tiranía y caciquismo, libertad a medias y, ahora, cuando creía que todo mejoraba con el tiempo por propia naturaleza, asistía excéptico a eso que los tertulianos de postín llaman regresión.
Pero Crescencio tenía un dicho, un "hablar", que repetía de vez en cuando, en las raras ocasiones en que vulneraba el silencio innato de la gente sabia. "Nada vuelve, por lo menos, nunca peor".
Y alguna noche, "fea está la cosa", murmuraba ausente; escuchando, más que viendo; telediarios y tertulias mientras cenaba la sopa de ajo, antes de la leche templada previa al reposo.
Era descreído, poco amigo de rituales y sotanas, pero no pudiera decirse que era ateo, quizá porque nunca tuvo necesidad de planteárselo. "Algo habrá, si usted lo dice..." contestaba desganado a algún parroquiano con ganas de entablar parlamento transcendente.
Nadie le vio nunca discutir, sus debates eran internos, con los rayos de sol que le templaban el ánimo cada mañana. Un casi imperceptible desasosiego nublaba a veces su clara mirada. Solía ocurrir cuando veía a los niños jugar a las escondidas por entre los setos del parque, con sus gestos claros y sin surcos, ajenos aún a la vida y sus contextos.
"¿Le molestan los niños, Señor Crescencio?".
"Qué me van a molestar, mujer, qué me van a molestar".
"Vaya usted con Dios, Crescencio.",
"Vé tú, que te hará más servicio".
"Qué cosas tiene, Crescencio... qué hombre éste".



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