Republicanismo sin nostalgias.

Sin ninguna duda la razón nos empuja al republicanismo. La república es lo coherente, lo democrático, frente a una Jefatura del Estado por sucesión.
El problema es determinar si vivimos una verdadera democracia que legitime como paso lógico ese cambio en la más alta institución del Estado.
Porque esta democracia adolece de ella misma, de democracia, y los congresos partidistas que deciden los candidatos a la Presidencia del Gobierno son, en el caso de los partidos con opción de gobernar, prácticamente un ejercicio de ratificación de una sucesión, no dinástica pero sí designativa.
Cuando la democracia no es real ni en los partidos que tienen que ejercer la representatividad del pueblo, pues mal andamos.
La República debiera ser el culmen de la democratización de la sociedad o quizá, por qué no, pudiera ser el medio, pero tampoco creo, como algunos predican, que el convertirnos en República borraría de un plumazo los problemas que nos aquejan y la casta política pasaría a ser honesta así, por santo advenimiento de la bandera tricolor.
Pero bueno, asumamos que se aproximase esa posibilidad.
Por qué invocar como modelo la II República que, con sus virtudes, ese momento histórico no hizo más que ser un ejemplo más de nuestra tendencia al cainismo y el fratricidio. Y no culpo al sistema del posterior golpe de Estado y la Guerra Civil pues, aunque algunos parecen olvidarlo, en el origen del golpe se apelaba a la defensa de la República como régimen, si bien las distintas ambiciones, entre ellas las del posterior dictador, hicieron que la cosa degenerara en una brutal y larguísima dictadura que tuvo que finiquitarse desde ella misma pues los republicanos no pudieron derrocarla. Y no olvidemos tampoco que la propia República tuvo tantos o más enemigos dentro que fuera de ella y que levantamientos contra el gobierno democrático los hubo por ambos cauces de este endemoniado río que aun se llama España y que no sabemos en qué cenagal desembocará.
Así que recomendaría al movimiento republicano que mirara hacia adelante con actitud democrática y plural, porque la República no sólo es un Frente Popular de corte revolucionario, en la república debe caber todo, y se cae en el error, tan propio de nuestros tuétanos, de identificar tricolor con izquierda, al igual que se identifica bicolor con derecha, en ambos casos de manera sectaria y desacertada, salvo cuando se gana algún mundial de fútbol.
Y metidos en símbolos, la República fue también bicolor, en la primera intentona, y no por ello fue menos legítima.
Aprendamos de la historia y miremos al futuro, si queremos construir la República debemos hacer eso, construir, sumar, convencer con argumentos, no con himnos, colores y otras monsergas rituales. 

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